Me siento un poco Carlos Tarque
cuando cantaba aquello de mi estrella
roja se esfumó, jugando al ajedrez, me cambió por un cantante de hiphop…
pero al revés.
Todavía no me he hecho a un
horario ni a unas costumbres, como era de esperar por otra parte, pero sigo
fiel, como el año pasado, a mis citas en el Fabrés tarde si y tarde también,
que minan mis posibilidades de conocer al amor de mi vida a la hora del café,
que, como todo buen literato sabe, es muy buena hora para ello. Supongo que ese
debe ser el famoso coste de oportunidad del que nos hablan en las clases de
administración. Por momentos creo que a veces pago un precio muy alto por
labrarme lo que se supone que será un futuro, pero quizás el día de mañana
trabaje para conseguir eso a lo que hoy estoy renunciando por tener un mañana,
no se si me explico. Esa espiral endemoniada ha sido siempre un poco como el
talón de Aquiles de mis expectativas y lo más lejos (a tu lado) que he andado
de ser un hombre de provecho.
He colgado en uno de los dos corchos de mi habitación las
llaves que me trajeron mis viejos de Potes. La verdad es que me hizo mucha
ilusión el regalo, por todo lo que conlleva, más que por el valor económico en
si. Creo que hoy en día lo único en lo que me dejaría el dinero de una manera
desorbitada sería en tecnología, música y quizás en algún capricho de ropa,
pero esto de volverte menos materialista con el paso del tiempo es una
auténtica bendición, pa’ que engañarnos.
Eché un ojo a principios de semana a La vida de los otros. Se hace buen cine por la Manschaaft, la
verdad, este es otro caso que no hace más que sumarse a las buenas sensaciones
que ya dejaron El hundimiento y La ola. Supongo que la censura de la
Stassi no fue mayor ni menor que la represión que se ejecutó aquí con el
franquismo, o en otros tantos lugares.
Esta serie de movidas me hacen entrar en comunión con la edad que me ha tocado
vivir, con el lugar del mundo en el que nací (nada que ver con patriotismo) y
con el estado de la sociedad, por muy jodida que esté, por momentos. Todo debe
ser cuestión de suerte.
Pero es la hora de irme ya, el móvil suena, estás oyendo como canta
para mi, es mi sirena, ya voy nena, ya voy, la obsesión de comunicarme me
envenena y así estoy con esta barba levantándome para ir al baño, cuando me
afeito me quito de encima tres o cuatro años.
Para ser campeón en una carrera de sacos hay que encontrar, para
empezar, un lugar en el que se celebre una carrera de sacos, y presentarse en
la fecha adecuada con estricta puntualidad y después hay qe saber saltar con un
saco, y cruzar los dedos para que de entre todos aquellos que saltan con medio cuerpo
en un saco en el lugar adecuado y a en la fecha exacta, no salte más rápido.
Cualquier escritura es una carrera insensata, que sólo alcanzará cierta soltura
tanto en cuanto se ajuste al saco escogido para saltar, avanzando, si es
posible, hacia la meta elegida.
He terminado este libro que trata
sobre la escritura. Siempre es un placer leer a Ray (no Bradbury, que también)
y no creo que tarde mucho en diseccionar cualquier otra obra suya, me ha
servido de mucho y me ha aportado bonitas ideas sobre el arte de dejar danzar
la estilográfica.
Me faltan muchas fotos por poner
en el corcho, y a veces siento que no tengo nada más importante que hacer en la
vida por momentos que desplazarme hacia esos “lugares comunes” donde se
encuentran esas personas del corcho que faltan, llenarlo de besos, abrazos y
palabras bonitas e inmortalizarlos para siempre y poder colgarles en el corcho.
Lo más duro de todo quizás sea que me falta gente que aún no conozco, y eso
complica las cosas por momentos, aunque no es menos cierto que si ando es por y
para encontrar a esa gente y para mantener a aquellos que ya caminan a mi lado,
siempre al lado, haciendo su propia ruta. Si no de que, con todo hecho y nada
que hacer.
De vez en cuando la gente, la que tengo cerca y la que por desgracia tengo lejos, se sigue acordando mucho de mi y me dicen cosas muy bonitas que me pintan sonrisas, y eso llena, y eso da sentido a todo.
Me siento un poco como el mariachi de Plaza Garibaldi, pero sin haber encontrado a la niña más fresa de Madrid… Es como si ya me doliese que se hubiese ido sin besarla en el bocho ni llevarle el postre hasta la cama, es como si ya supiese que las cosas se van a torcer cuando tome sin ella, o quizás ya se han torcido.
Quedó el DF extraño sin tu amor, como Insurgente sin taxis, como el
Tenampa en silencio, una flor, creciendo en la zona cero… Quedan mis planes
hundidos tras tu huida, como en mi pecho este humo, como la catedral del zócalo
mi vida, como mi cuerpo en lo oscuro.
El Sevilla ha sumado la primera
victoria en el arranque liguero de la competición, un 4-1 a un equipo de esos
que juegan verdaderamente bien al fútbol, el Rayo Vallecano. Rakitic sigue
siendo el emblema, el estandarte, la pica en Flandes.
El jueves nos la gozamos mucho a
la vieja usanza. Llegaron los nuevos al Fabrés, y por la noche nos arrejuntamos
en el piso franco para proceder a la ingesta de alcohol. Tengo que destacar el
tapper de lentejas que nos trajo Casado, cortesía de su vieja. Me puse hasta
las tetas, que detallazo y que cosa tan rica, por favor. Todas las gracias son
pocas. Luego la rapeamos un rato, unos frees con Pana a un nivel estrátosférico
(la de tengo un submarino, me follo a la vecina de enfrente [más os gustaría] y
la de me gustan todas [en otoño, invierno, verano… y primavera] fueron sus
auténticos punchlines). Después nos fuimos al Irish Rovers, donde Dj Patata nos
deleitó con una sesión jungle de una exquisitez tremenda, memorable, donde me
deje los cuernos bailando como desde hacía mucho que no lo hacía, desde el Somebody to love hasta el Jump de los Foreign, pasando por Die
Antwork o el Hit the road Jack. Pateamos la ciudad helmántica y rockeamos
algunos chupitazos previos a entrar en Cubic, donde, como siempre, estaba todo
el pescado vendido. Apostaría a que pocas veces más lo piso.
El sábado fue un sábado en toda
regla, como mandan los cánoners. Eché la tarde con Germán, tarde muy del palo,
de rap total, nos la gozamos mucho a pachas. Por la noche, y como sorpresa y
colofón, pinchaba dj Kanzer en el country, de improvisada total. Vi a Faes, que
todavía no le había visto, y fue genial. Ya dentro, donde el desfase fue in
crescento en todo momento me encontré con Laurita Bukowski. Fue una gran
sorpresa, y mucha alegría, me flipó verla, estaba muy cariñosa y bailamos
demasieu. Sigue tan increíblemente bonita como siempre, y llevaba los labios
pintados, y me dio muchos besos, y fue genial. Ójala algún día tire un
desmarque y le coloque un beso, aunque sólo sea uno.
El domingo, para cerrar la semana, pegamos una pasada de fregona y cepillo al New Puti. Pinché un par de temillas de Trap, y Paquito, del que aún no os he hablado mucho, pero que es un figura y es el tercer integrante del piso franco junto a Carlitos, se marcó unos frees con auténticos punchlines llenos de slang, puro wisdom callejero primo. Luego nos pinchamos un café de los que crean afición en el Birland, con mucha pinta de que se quede esta tradición arraigada a los días que cierran la semana. Todo marcha genial, seguimos siendo jóvenes, inmortales, y lo que es aún mejor, invencibles. Ah, y me sigo dejando encontrar.
Elhombreviento - Los días del barro