24 ago 2015

Bonus track: Little britain



Se que provoco morbo máximo, cuando vuelvo al ejercicio con un clásico, el fruto de mi sacrificio: el verso mágico.

¡Madre mía como está la ciudad de claxons! Uf, es imposible pararse ni un segundo. Antes de nada pedir disculpas por este largo periplo sin dejarme ver por acá. A uno le hubiese gustado que las cosas hubiesen sido de otra manera pero el hombre propone y dios dispone. Dios, internet, el casero, el jefe, un poco todos, según tengan el día. Aún así ya he vuelto, espero que para quedarme. Quería ir redactando cada una de las aventuras vividas teniéndolas frescas, pero me ha sido imposible por lo que me va a tocar tirar de memoria con la consiguiente pérdida de datos que ello conlleva. El mayor damnificado con este método seré yo así que tampoco es necesario hacer un drama de mayúsculas dimensiones, si alguien quiere saber algo concreto ya sabe, sólo tiene que silbar. Lo primero el principio, o al menos esta vez ¿no? Que menos. Y es que si no recuerdo mal les abandoné unos días antes de tomar el segundo avión de mi vida, y en esos días previos recibí mucho cariño para traerme en la maleta, por si por algún casual de la vida termino por necesitarlo en estas tierras. Destacar el enorme discurso de despedida de mi gran amigo de la infancia don José Manuel "Pepe" Laja, tanto en vídeo como en audio, así como las últimas cervezas y pipas de la medialuna de esta temporada con toda esa gentuza que se que me echará tanto de menos como yo a ellos. Compartir las expectativas, el hype, los miedos y demás hace que lo negativo se divida y lo positivo se multiplique, no podía ser de otra manera. Y con todo y con eso llegó el "llega el momento, me piro". Toda la familia se levantó a punta mañana para acompañarme y darme la última y calurosa despedida de rigor hasta váyanse a saber cuando. Bonito viaje en la mejor compañía posible, con Manolito amenizando la partida y con toda la nostalgia que supone al partir, un beso y una flor. La última y tan necesaria como motivadora charla del viejo, los últimos "come bien" de mamá y aguantar a los dos tocapelotas de mis hermanos por última vez en una larga temporada. Al final hasta les voy a tener cariño y todo... Y el vuelo resultó todo lo divertido que puede resultar un vuelo a mucha mucha altura, con wifi y batería de sobra en el avión y a la par una horda de trolles conectados ansiosos de algo con lo que amenizarse la tarde. En esta vida todo tiene la magia que tú le quieras dar y, si bien volar no deja de ser un medio de transporte como otro cualquiera, la falta de costumbre y verlo todo a treinta y siete mil pies de altura da tanto vértigo como potestad para opinar desde la tribuna. Sólo quiero mirar a las nubes, las nubes, las nubes... y ya no existe medicina. Y nos bajamos en United Kingdom como el que se baja del coche en Ribera para ir al emigrante, o algo así, cantando algo del yes yes yo, if you don't stop y diciendo sandeces a punta pala aún a riesgo de que nos deportaran antes de tiempo. Ya en Gatwick empecé a chapucear el inglés como buenamente pude y empezamos a liarla antes de casi tener posibilidad de hacerlo, pero eso ya es otra película.






Desde aquí diviso todo lo que piso, lo que debo, lo que puedo, lo que me dejan, ahí abajo nadie te deja nada en bandeja, y pierdes el tiempo si por algo te quejas. Jamás he visto tantas rejas, tantos besos de niños en la mejilla, tanta noche, tantas estrellas. Tanta gente que a su casa no llega, hay quien cuando llega pega, porque en el bar de la botella nunca se despega, y hay quien no llega porque se paró en un bar (de lucecitas) de esos que hay en la carretera. Mira esmérate por llegar a casa, tus padres están preocupados, un cuarto de hora te pasas, ya sabes, aquí también tu cabes. Si tienes dificultades, intenta entrar del revés.

Mi falta de previsión, de preparación y de precaución me puso los primeros días en tantos aprietos como los que mi actitud y predisposición resolvió, ni más, ni menos. Quizás no es lo más inteligente el llegar a un país extranjero sin un alojamiento fijo y con tan sólo unos cuantos números de hostales a los que llamar en plena temporada alta. Bueno, sin quizás, sin duda no es lo más adecuado. Ello me llevó a depender de la bondad y la caridad de una persona a la que no conocía de nada y a empezar a gastar el karma positivo con el que contaba en mi mochila nada más aterrizar. Una vez en esta situación y con los naipes que tenía en la mano una vez empezada la partida, uno intenta jugarlos lo mejor posible. El segundo día, ya que el primero dormí en casa de esta chica, el no sentirme totalmente bien recibido en casa ajena, como el no gustarme ese hecho a mi ni estando en confianza (imagínense sin eso) me llevó a pillar un ticket de bus y mi mochila y moverme a Brighton en busca de un albergue donde poder pasar la noche sin tener que pagar un precio desorbitado (he andado muy peleado con el dinero estos primeros días y no precisamente porque no dispusiese del mismo). Estuve cosa de cuatro horas más o menos deambulando por las calles que estaban vestidas de gala y a la que días más tarde volvería para obtener mi NIN (ya puedo trabajar legalmente en la tierra de la reina madre), pasando por todos los hostales, hoteles y bed&breakfast posibles intentando encontrar un alojamiento donde pernoctar mejor que peor. Intentar esto un viernes noche en una ciudad como Brighton, ya sea por cantidad de sitios disponibles o por precio de los mismos, no es una gran opción. Decliné la opción de dormir y me dediqué a conocer esta bella ciudad, cruzándome con varios españoles, haciendo amigos, peleándome con gaviotas, meando en sitios donde no grabasen cámaras de seguridad y poniendo pegatinas de mi crew y mi grupo por todas partes. Hay que irse dejando notar. También me hice el remolón preguntándole a varias chicas si sabían en que bus podía volver a Worthing, cuando sabía de sobra cual era, y todas esas payasadas que hago yo cuando llevo música en los cascos. Finalmente, a eso de las tres de la mañana, ya que llevaba desde las ocho dando vueltas, decidí volver a la que ahora es mi city. Como no me parecía muy ético volver a casa de la chica ya que me había invitado a irme, continué paseando conociendo bonitos rincones en modo visión nocturna. El problema es cuando el viento y la lluvia aprietan y no se puede decir que tú vayas armado hasta los dientes para combatirlos. Acabé por desistir en mis intentos de sobrevivir toda la noche en la calle a eso de las siete de la mañana, tras once horas fueras y fue por derribo, no por falta de convicción. Se ve que mi decisión de llamar a esas horas de la mañana no hizo más que empeorar la situación cuando uno esperaba cierta comprensión o empatía que nadie estaba en deber de otorgar pero que váyase usted a saber porqué uno esperaba (quizás porque es lo que yo hubiese hecho) lo que transformó los primeros días en mucho más complicados de lo que ya eran. Aún así, empezamos a ganar terreno a la hora de avanzar nuestros deberes. Conseguimos abrir una cuenta de banco, imprimir y empezar a repartir currículums y continuamos con la búsqueda de alojamiento. Mientras conseguíamos y no un lugar fijo donde por fin dejar nuestras pocas posesiones materiales, pasé la noche en un bonito bed&breakfast de Worthing, desayunando mi primer breakfast inglés y empezando a chapurrear mi nuevo idioma, diciendo perogrulladas y demás que me venían bien para irme soltando, aunque repitiese una y otra vez las cosas para irle pillando el punto a la pronunciación. El resto del día lo empleábamos en solventar problemas con más fuerza que maña. Cuando los senderos correctos no aparecen uno se ve abocado a los que van viniendo, gusten más o gusten menos. A mi se me presentó la opción de ir a ver una habitación con una familia que estaba buscando un estudiante para un año. Un alojamiento caro, lejos de la ciudad, sin trabajo aún, pero que se presentaba como única opción. Tanto es así que hasta llegué a concertar la entrevista. El caso es que, sin saber como ni porqué, de repente te acuerdas de las palabras de Saramago, esas que dicen que "uno siempre acaba llegando a donde le esperan", y por lo que se ve a mi no me esperaban con mucho ahínco en ese pequeño córner del West Sussex, tanto o menos como me esperaban en Sevilla el año que empecé a estudiar en Salamanca. Lo distintas que serían ahora las cosas si... Quizás si que me esperasen, pero me esperaban con más ganas en otro sitio que al final acabó apareciendo cuando toda esperanza estaba perdida. Encontramos un piso situado más o menos en el centro de Worthing, que el dueño estaba remodelando totalmente, dejándolo nuevo, y que tenía un precio asequible, así como plazas individuales y dobles. Nada más llegar supe que este sería mi nuevo hogar, al menos durante un tiempo, en esta nueva etapa. El día siguiente estábamos moviendo nuestras cosas bajo un techo que ya era nuestro y pudimos pasar a resolver el siguiente de los problemas: encontrar trabajo.



Para encontrar trabajo tuvimos tanta suerte como para encontrar piso. Se ve que el que la busca la acaba encontrando. Nuestro nuevo compañero de piso (del que os hablaré más adelante, ya que merece mucho la pena) nos comentó que él había encontrado trabajo en una fábrica de muebles mediante una agencia y que estaban buscando gente. Según su versión el trabajo no era excesivamente complicado y consistía en picking (algo así como coger cosas y moverlas a otro sitio, literalmente). El día siguiente estábamos en la agencia y casi sin darnos cuenta estábamos trabajando para Paula Rosa/Manhattan, fábrica de muebles de cocina. Tuvimos que comprar unas botas de seguridad, nos prestaron un peto amarillo muy salao' y rellenamos unos papeles para ver nuestro nivel sobre cosas básicas y absurdas sobre problemáticas que pueden surgir en una fábrica de muebles. Todo esto es mucho más divertido si lo haces en un idioma que no tocas desde hará siete años, como poco. El caso es que llegamos el primer día a la Big Apple, como a nosotros nos gusta llamarla, con todas las pintas del que está desubicado y más fuera de lugar que un morenito en una reunión del ku klux. Para terminar de rematar la faena y como el karma no te da sin quitarte, nuestro querido y nuevo manager decidió ausentarse el día en el que nosotros comenzábamos, así que al que pululaba por allí se le ocurrió la brillante idea de colocarnos en la zona en la que hiciese falta gente, que casualmente resultó ser la más dura de toda la fábrica. El trabajo consistía en apilar muebles ya montados en su totalidad unos encima de otros, por encima de nuestras cabezas incluso. Nuestros queridos compañeros de trabajo no serían otros que un equipo de mulos de carga venidos de todas partes de Europa del este (veáse Polonia, Ucrania, Lituania, etc...) cuyo brazo ocupaba en la totalidad de su diámetro algo así como mi cabeza entera. Para los que no me conozcáis muy allá, cosa que dudo bastante, no hace falta remarcar que precisamente la fuerza no es una de mis mayores cualidades. Estuvimos seis horas moviendo muebles como si no hubiese mañana hasta que decidimos contactar con la agencia ya que no considerábamos muy adecuado el estar trabajando en el área más dura de toda la fábrica sin ni haber hecho el tour de rigor que se le hace a toda persona que comienza a trabajar y que nos habían prometido hacer. Nos pidieron disculpas por el malentendido y nos emplazaron a volver el día siguiente a nuestra zona. Nuestra nueva zona no era ni mucho menos excesivamente más divertida que la del día anterior, ya que teníamos que seguir cargando piezas bastante pesadas y, por si fuera poco, soportar las burlas de la mayoría de los allí presentes respecto nuestras capacidades para ejercer dicho laburo. Día largo donde los haya, sin duda, y comiendo dosis de realidad y humildad como si no tuviese dientes. Entre apuestas de los marginados de la unión europea por ver cuando dejaríamos de ir a trabajar volvimos el día siguiente, cosa que pareció no gustar demasiado a la cuadrilla, ya que no contaban en exceso con esa posibilidad. El caso es que nos recibieron con una hostilidad desmesurada, cuando uno no trabaja si no donde le mandan y, vistas las trabas con las que nos encontramos para desarrollar un trabajo para el que no estábamos capacitados (habiendo gente en la fábrica que sólo ponía una cinta a una caja para cobrar lo mismo) volvimos a hablar con la agencia para comentarles que preferíamos dedicarnos a otras cosas para las que, aparte de ser más útiles, no tuviésemos que cargar con más dificultades de las que ya de por si un trabajo de dichas características acarrea. Y hasta aquí, quinto o sexto día de mi estancia en Inglaterra, he aprendido mucho más de lo que he aprendido en mucho tiempo dentro de aulas, horas en la calle y demás planos dimensionales lectivos. Cosas que no se aprenden si no bajo el yugo de la adversidad, que te hacen ver las múltiples carencias que tienes, que sitúan a cada persona sobre el mínimo de respeto que todos poseemos (sin que ellos lo profesen) y que te ayudan a expandir una serie de horizontes personales que ni habías conseguido avistar. Y no estoy hablando para nada de trabajo. Por otra parte, esto no hace más que cerciorar que estoy en el sitio en el que tengo que estar.

Nunca vi héroes de la clase obrera... Porque un lunes por la mañana es una polla dura, y una medalla de oro es una tarde con la peña, unos polvos con la piva, televisión y gominolas, hasta las tetas de hierba... venga va, que me pongo melancólico. Rebobino: siempre fui un poco tonto. Miraba a la osa mayor a través de tu agujerito, pero era demasiada acción para un astrónomo, y me quede sólo con una grabadora y un metrónomo contando los segundos, midiendo las palabras, bueno, supongo que como todo el mundo ¿no? 



Y como no hay mal que cien años dure, y el karma ya se había cerciorado que había aprendido la lección que debía de aprender, me puso en las manos un nuevo premio: un nuevo trabajo, el trabajo. El karma y DF, que, en vistas de que había sólo una plaza, me cedió voluntariamente a mi el puesto, cosa que siempre agradeceré tremendamente. A posteriori dicho gesto acabó siendo devuelto para terminar de ser justos con las energías que mueven el universo. Un trabajo que es como una bendición, de los que dignifican. Littlehampton book service. Probablemente si das vueltas y vueltas por este almacén enorme, mires donde mires sólo puedes ver una de las cosas que más amo en esta vida: libros. De todos los tamaños, colores, olores, temáticas... Un trabajo sencillo, bien remunerado, en el que te hacen descuento en tus compras y en la que la gente es tan cercana como tú quieres que sean, y eso, para mi, que siempre soy como una botella vacía dispuesta a llenarse cada vez que emprendo una nueva etapa es mucho más de lo que jamás se me hubiese ocurrido pedir. Sólo tengo que apilarlos en estantes, y cuando terminamos de colocarlos todos ir empaquetando según el pedido. Genialidad. Allí me regalan un respeto y una cercanía que ni siquiera se regalan entre ellos, no se si es por mi procedencia, por mi personalidad o por mi actitud (o una mezcla de todo), pero valoran, o al menos hasta el momento lo hacen, tanto la entrega, como las ganas, como el cariño que le pongo no sólo al trabajo, si no al trato con los demás. No deja de ser duro, ya que pasó diez horas de pie andando, tengo que coger un autobús de media hora ida y otra de vuelta a diario, no entiendo de manera perfecta las órdenes aún a lo que hay que sumar todas las taras de cualquier trabajo en si, pero lo que reporta, más allá de lo económico, es tan grande, a todos los niveles, que en ningún momento se me ha ocurrido levantar la voz con cualquier queja fuese del tamaño que fuese. Cuando la vida te da regalos, lo mejor es sonreír, aceptar, ser agradecido, y en la medida de lo posible, devolverlo. La energía que todo lo mueve te entrega aquello a lo que otorgaste fuerza o potencia, y si no lo hace, siempre te queda el interpretarlo como te salga de los huevos. Así pues cada día que pasa me desenvuelvo con más destreza, gano en responsabilidad (hasta el punto de haber enseñado las labores a los nuevos) y al cuerpo le duelen menos todas esas partes no acostumbradas al esfuerzo. Por si fuese poco, destino, o váyase usted a saber qué es lo que se encarga de darme pequeñas recompensas cada equis tiempo, volvió a premiarme. Al de la última semana le vamos a llamar Lola. No es el nombre exacto, pero para el caso nos va a servir, y nos viene mucho mejor. Lola empezó a trabajar el mismo día que DF, es de Gales y es la tía más bonita que te puedes echar a la cara en UK, al menos hasta el momento. No es que las inglesas sean algo increíble, la verdad, muy poquita cosa decente, pero la que se sale se pasa el juego como la que no quiere la cosa. Y esta tiene el bonus. Llegó, sonrió a bocajarro y ya no hubo dolor de pies ni de espalda ni de nada en todo el día. Cuco yo intentaba trabajar siempre lo más cerca de su zona, amagando y demás hasta lograrlo sin que los jefes se enterasen de la misa a la media. La única tara fue que Lola sólo iba a trabajar tres días, porque va a estudiar en Birmingham, y, para colmo de mala suerte, yo ese viernes no iba a trabajar, así que sólo podía disfrutar de ella el miércoles que llegó y el jueves que terminaba mi turno semanal. El jueves si que hice la gambeta argentina y me la pasé todo el día currando codo con codo con ella, los dos sólos. Nos comimos la zona entera. La última media hora de su turno estuve pensando si decirle algo, ya que no la volvería a ver. Sabía que si no lo hacía me iba a arrepentir y mucho, y estuve dándole vueltas a eso. Como no me apetecía arrepentirme en un futuro, reuní valor, pero justo cuando fui a decirle algo (algo serio cojones, claro que me hablaba con ella) empezó a llegar gente a nuestra zona. "Eso te pasa por capullo, has tenido todo el puto día"... Total que agarré la última caja resignado y me fui a empaquetar. Pero providencia una vez más volvió a chocar los cinco, porque yo lo valgo y justo cuando llegué a los últimos estantes, al final del almacén, estaba ella terminando su última caja. "Chalao, ahora si que si, si no le dices nada cuando te la ponen en bandeja es para matarte". Y ahí estaba yo ¿que iba a hacer si no? Un hombre ha de hacer lo que debe de hacer...

- Ey... You will not work next week, will you? Tomorrow is my free day, I will not work. Probably, is the last time I see you, but I want to say you one thing... Since I arrived UK, maybe 20 days ago, you're the most beautifull girl I had see, with to much different, incredible, really.

- God bless...

Y huí de la escena del crimen. Muy rápido y sin mirar atrás. Bastante tenía ya. Sólo por su cara mereció la pena. Ahí se acabó la historia ¿que más esperaban? ¿Les parece poco? En inglés, sobrio y sin ánimo de lucro, en los mejores cines próximamente. Muchos errores pude cometer en el trabajo por culpa de esa muchacha que no me dejaba concentrarme, ya está bien... Lo que está claro es que volví a sacármela por nonagésima vez desde que estoy en otro país y ando por la vida como Amancio Ortega por un zara. Y a seguir así hasta Diciembre si puede ser, que finaliza la temporada de libros y quizás sea el momento de cambiar de aires, pero de momento, que no me toquen lo que me he ganado, si no es mucho pedir. Os contaré más cositas del trabajo, pero de momento os dejo con esta pequeña introducción.



Se cambian de acera les parezco peligroso, me alegro, ellos me parecen peligrosos como monos con pistolas o el sabor de tus besos, cubrí carencias con excesos pero no sirvió.


58, Newland road, BN11 1JX. Por si me queréis dar de ostias digo, o mandar una sorpresa o yo que se, no os lo voy a poner muy difícil. A diez minutos andando del centro de Worthing, a cinco de la estación de trenes y cerca del Morrison, a veinte minutos del Seafront y del pier. Tenemos un casero muy simpático al que empezamos a llamar Sarj pensando que se llamaba Serge y que resulta que se llama Sajed, que nos está dejando la casa más bonita que la leche poquito a poco, y que algún día terminaremos de conquistar con un éxodo masivo de españoles, recuérdenlo. La casa consta de un cuarto de baño (he aquí el mayor problema y luego entenderán el porqué), una cocina bastante apañada, un livingroom (que conseguimos gracias a porfiar duro, para que no fuese una habitación más), un jardín delantero y otro trasero. Muy cuco todo. Nuestros primeros coleguitas de piso son un matrimonio indio y su hijita pequeña de dos años: Julie, Joby y Jobyta. Gracias a ellos si que puedo decir eso de que he conocido nuevos olores y probado nuevos sabores. Toda la casa huele continuamente a especias, pero son tela de majos. Estamos todo el día jugando con Jobyta, enseñándole payasadas en español y demás, ya somos uncle David y uncle Emilio. Son gente muy cercana y amable, siempre dispuestos a ayudarte con lo que necesites y no dan excesiva lata, con sus costumbres raras como comer con las manos e ir a misa los domingos (si, son cristianos), pero sin molestar mucho. Hablan muy muy rápido y no se les entiende un carajo, pero es muy divertido todo. Otra de las habitaciones está ocupada por Marta, una chica polaca que llegó la última y con la que estoy muy contento. Ahora me es bastante complicado expresarme con ella como realmente quiero porque no consigo transmitir el mensaje de manera certera, aunque me de a entender. Es un poco frustrante. Pero se que cuando pase el tiempo y hable mejor voy a hacer muy buenas migas con ella. Tiene un hijo en Polonia y lleva tres años en Uk. Sin duda otro gran fichaje. Y hay una habitación más que ahora está vacía pero que ha estado ocupada dos semanas. Esta historia que voy a contar ahora es totalmente verídica aunque no os la vayáis a creer, pero bueno. Tampoco os creeréis lo de la noche a la intemperie en Brighton. Preparar el viaje poco, pero tonterías antes de venir a Inglaterra, a patadas. Una de ellas fue entrar en un grupo de españoles en Worthing, por lo que pueda pasar (yo pa' ti seré, tú pa' mi serás). En él, entre muchas otras tonterías vimos que en el puerto, todos los fines de semana, una pareja se dedicaba a hacer paella a buen precio para engañar a los guiris. Pues acabamos en el piso con el de la paella, sin premeditación ni alevosía ni nada, pura casualidad. Rafa, de Córdoba, y su pareja Claudia, boliviana. Yo hice muy buenas migas con ellos y además muy pronto, ya que conectamos bastante bien, teníamos muchas cosas en común y además sabía mucho sobre un tema que me interesa mucho: la espiritualidad. Me dejó un par de libros y me estuvo hablando de cosas que yo ya sabía y que me ayudaron a caer en la cuenta de que pilotaba. Entre chistes, paliques y demás congeniamos bastante bien y se instauró en la casa un rollo bastante guapo, amén de que nos ayudaban mucho en nuestros primeros días. Empezamos a pasar mucho tiempo juntos, y la cosa marchaba realmente bien, y así transcurrieron las dos primeras semanas. La cosa empezó a cambiar cuando nos enteramos de que Claudia tenía problemas con la bebida, problemas graves y demás, problemas que también había tenido Rafa en el pasado, a lo que hay que sumar que empezaron a discutir en casa, importándoles bastante poco el resto de inquilinos. Claudia apareció un par de tardes bastante afectada etílicamente y además lucía un moratón que supuestamente se había hecho con unas cajas en el trabajo. Llegado el fin de semana, me fui con ellos al seafront ya que me habían pedido ayuda a cambio de un dinerillo extra, porque les habían contratado tres paellas para una boda. Tanto los días previos como esa mañana, Claudia se volvió a emborrachar. Y así empezó el día más extraño de toda mi vida, de lejos. Rafa empezó a liar jarana en la playa, insultando a Claudia y tirando por tierra todo lo que esta hacía. Todo lo que cortaba para la paella lo tiraba al suelo, le empezó a decir una historia extraña de que estaba en una mafia de prostitución (a mi ya me había hablado de annunakis y reptilianos pero con no echarle mucha cuenta me sobró), y ya se empezó a calentar y la empezó a llamar puta, la amenazó de muerte a voces varias veces mientras yo flipaba primero por la situación y a posteriori porque nadie en la playa hiciese absolutamente nada. Montamos un cenador para resguardarnos (pese a que dije mil veces que era una idea nefasta con el viento que hacía) y cuando íbamos a empezar a cocinar el colega se pegó el piro a comprar platos (tras haber recriminado veinte veces que se les habían olvidado) y me dejó completamente sólo con el arroz puesto al fuego, sin nada, y con los pasos a seguir. Por supuesto me equivoqué veinte veces, ya que Claudia no hacía otra cosa que llorar y la cosa se empezó a poner bastante fea. Eché todas las verduras en una sola paella cuando eran para tres, no eché el marisco, eché el agua antes de tiempo porque se estaba empezando a quemar el arroz... Y con todo este circo montado el viento se llevó volando el cenador mientras que intentaba sujetarlo a la par que movía la paellera para que siguiese cocinándose  y demás. Cuando volvió el personaje nos tocó mover todo entre gritos y demás hasta que di por finalizada mi tarea pese a que ni se había acabado de hacer la primera de las tres paellas. Entre tanto Claudia me había estado contando toda la historia, que le había amenazado de muerte muchas veces, que el moratón se lo había hecho él y que le pegaba... Cuando volví a casa a mediodía hablé con David y decidimos comentarle a Sajed lo sucedido, ya que, además, todo el piso había escuchado esa mañana golpes y demás en casa... Nuestro compadre nos dijo que si Claudia no quería denunciar no se podía hacer nada y nos invitó a que le mantuviésemos informado, pero poco más. En estas decidimos volver a la playa y cuando le preguntamos a Rafa por la chica nos dice que se había caído, que se había emborrachado y formado un espectáculo y que estaba por ahí. Nos la encontramos en un césped medio desnuda, con la gente pasando por su lado sin hacer nada y con principio de coma etílico. Llamamos a la ambulancia y mientras esperábamos nos dijo que no la déjasemos que la iba a matar, que estaba dispuesta a denunciar y demás. Avisamos a la policía también. Cuarenta minutos tardaron en llegar mientras el socio nos miraba desde lo lejos, muy rico todo.  Hablé con la policía inglesa más veces de las que he hablado con la española en toda mi vida, bonita manera de practicar mi inglés. Antes de que llegasen nos movimos a otra zona para que no nos viese y, una vez reanimada en la ambulancia y dado nosotros nuestro testimonio de todo lo que sabíamos, la dejamos con la policía. A las dos horas se personó la policía con la boliviana en casa y dando con Rafa en comisaría arrestado por malos tratos. La policía registró la casa y encontró el machete de Rafa, de la guardia pretoriana que había pillado en uno de sus viajes. Por la noche conseguí contactar con el hermano de Claudia, un notas bastante importante que había trabajado para Blair en su día, con contactos, que le pilló un billete desde Londres a La paz el mismo día siguiente (dos mil pounds se dejó el colega) y nos pidió que la acompañásemos por favor al aeropuerto el día siguiente. Mientras hablaba con el tipo este Claudia aprovechó para ir a la tienda de la esquina y pillar birras, genialidad por su parte que nos obligó a estar encima suya todo el día (aparte del ataque de ansiedad y el acojono que ya de por sí tenía). El día siguiente nos fuimos a Londres y la dejamos tras tres horas (y joderme el fin de semana de descanso entero) en la puerta de embarque. Pues a las nueve de la noche recibo una llamada suya, que se había emborrachado con las cuarenta libras que le habíamos dado por si tenía alguna emergencia y que había perdido el vuelo. Me cagué en su puta madre siete millones de veces, vez arriba vez abajo. Quería que fuese a Londres a por ella, con toda la fe del mundo. Qe hija de puta. Hablé con su hermano (y con la policía again, la de Worthing, Brighton, Gatwick, etc...) y terminamos por desentendernos completamente del asunto. El martes pilló un vuelo, el casero cambió la cerradura, Rafa tiene una orden de alejamiento del piso (aunque nos lo hemos encontrado ya dos o tres veces, pero no se huele nada) y la habitación maldita vuelve a estar más sola que la una esperando huésped (ya que parece ser que se va a alquilar a una sola persona, por eso de que somos muchos y tal). Y eso es todo muy a grosso modo, que no me apetece mucho más darle vueltas al tema. Divertidísimo vivir con un colega que se cree que es un ser de luz y tiene que matar a los herejes, maltratador, y con una jodida yonki del alcohol que cuando está amenazada de muerte en vez de pillar un vuelo de dos mil pounds se gasta cuarenta en cervezas. Os recomiendo la experiencia.














Es normal perderse si haces tu camino al margen, yo no sigo las huellas de nadie. De lo mejor que hay es verse donde nunca imaginaste estar, romper la norma, a mí no me controlan. No busco una vida plácidamente estándar, programada, la rompo a patadas si hace falta. Haré lo que no cabía esperar, andar en dirección contraria...

Por otra parte, uno es consciente de lo que tiene y de lo que ha tenido que sacrificar para tenerlo. La renuncia que se tiene que hacer para disfrutar de las pequeñas ventajas que ahora puedo tener es de dimensiones mayúsculas, sobre todo para alguien como yo que necesita compartir todo lo conquistado con quien realmente aprecia y cuando se proyectan las posibilidades de estar viviendo esta aventura con más gente de la que tengo por aquí. No es que tuviese gran cosa en la mía villa, pero justo empezaba a dar sus primeros ramalazos el verano, época en que suelen tener lugar grandes historias, fechas en las que dispongo de tiempo y libertad para coquetear con el micrófono y días de poca ropa, al menos por allí. Los cabrones de los hombres de Mangy estaban esperando el momento de mi partida para organizar una salida furtiva a la playa a la que no he podido acudir con todo el pesar de mi corazón, pero no les quepa duda de que a la próxima no falto (si no tengo problemas con el visado y esas cosas). Mis compadres de la crew siguen marcando con picas posibles sitios donde acampar en un futuro y recogiendo carbón y ramas secas para cuando llegue el momento de encender la hoguera de la inspiración y volver a volver a volver, aunque parezca que nunca estuviésemos. A Laurita la tengo cuidando de Lou y a Petxu lo tengo hecho todo un truhán, todo un señor, un hombre del taco de los de chaqué y esmoquin que pagan al contado en los restaurantes de más de tres cifras, que orgulloso estoy de él. A MJ la voy a mandar a Passau de una vez por todas y al pobre Pepe ya le estoy buscando un vuelo decente para que venga a verme. Al carajote de mi hermano le he puesto a currar en el campo para que tenga algo de efectivo para que mi cuñada busque ofertas de esas suyas pero esta vez para poder irse de verdad, y una vez acabado le he mandado para Sevilla, para que deje un rato en paz a mi hermana y mis padres. No he tenido mucho tiempo para que me contasen estos días ni contarles como iban las cosas, pero supongo que ahora que está todo más tranquilo y por fin bajo reposo no habrá problema en ninguno a volver a la rutina, aunque tenga un jet lag terrible de fechas, estaciones y costumbres. Tengo tantas ganas de contarles todo esto tranquilamente con una cerveza como pocas de volver a eso que algunos llaman patria. Síntomas de que todo está en orden, de que todo marcha como debe de marchar. 











Y eso es todo así muy por encima. Muchas anécdotas, como la de la secretaria que nos cazó que hablabamos de ella, la de "¿y de porros como andamos?" o "si te haces policía a mi no me vuelvas a hablar", la llamada "what up bro" y mil más que ya iré recordando cuando sea el momento, o cuando caiga en la cuenta, es difícil hacer memoria. A partir de ahora vuelvo a la rutina de los lunes, o eso creo, así que me iré dejando ver por estos lares con más asiduidad y como venía siendo costumbre, con todo mucho más detallado y esas cosas. Un saludo mi gente, nos olemos.

Rihanna, Paul McCartney & Kanye West - Four five seconds

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