12 ene 2015

Capítulo 70: Lo que puedo



Hoy mataría por saber lo que merezco y lo que es justo, pero con lo que hay me basto, mi rap es tenso porque escribo con tensión sin ninguna pretensión, a veces demasiado tenso. Y putadas abren la semana, necesito bengalas o me voy a volver loco. Ya no sirve de nada cambiar el rumbo de esto, al final acabo siempre crujiendo como al principio. Tengo el doble que el resto aunque cueste demostrarlo, hablando siempre acabo con razón o discutiendo, ni uno que se mueva, pero todos quieren cambios, confía en lo que quieres o constrúyete otro templo...

A mi también me muerde el tedio eh, no todo son flores y velas, y risas, y fotografías bonitas, y que de puta madre es esta ciudad nueva, que a gusto estoy en el piso y como me flipan mis prácticas. Días que parecen todos los mismos, y rutina, y hasta monotonía. Sin motivos para motivarse, y esa mierda, y es que, si quisiese ahora mismo podría publicar todas las entradas del blog hasta Marzo, tanto por contenido como por sensaciones, y no se cual de las dos cosas me entristece más. Aún así siempre supe sacar partido de este tipo de situaciones y, si bien nunca quise ni quiero reflejar una imagen de que todo está en su sitio y soy feliz con ello, si que es cierto que en estas etapas es cuando más suelo crecer y asentar mis principios y mi forma de ser, que luego me permiten disfrutar a mi manera cuando las cosas empiezan a ir un poco mejor, y esto suele ser siempre sin que yo haya hecho nada para ello, ya que mientras más pongo de mi parte más se empeña el cosmos en decirme que me espere quieto en mi sitio, que ya me llamará. Con disfrutar a mi manera quiero decir que se me vaya la cabeza, por supuesto, que no es más que un síntoma de que hay algo en mi que está funcionando de forma correcta ya que nadie que sea medianamente brillante permanecería cuerdo en un mundo como este. Últimamente cuando suelo hacer daño a alguien es por las expectativas que esa persona se ha generado para con la mía, no porque yo haya dado más o menos alas. Y para más inri, suelen doler principalmente los sentimientos que me nacen hacia personas que no son ellos (y principalmente ellas) mismos (mismas) y que me da por transcribir, mucho más que el hecho de que yo comparta intimidad con dicho elemento (que por norma suele ser elementa, para la ministra de igualdad). Es algo parecido a lo que me ocurre a mi con el sexo, algo a lo que la mayoría de gente otorga un valor que suele estar en las antípodas del que le doy yo y de todo lo que para mi implica, de tal forma que me escuece sobre manera por encima de cualquier otra cosa. A cada cual le pica el corazón de una manera, supongo, como todos somos libres, a la par que responsables, y si no se es responsable se te obliga. Pero mis períodos de barbecho nadie los aplaude, y luego quieren celebrar la cosecha. Esos períodos de estíos y sombras, de dura introspección, de asentar cimientos caen en el olvido rápido y se les resta todo el valor que tienen de un plumazo, un valor que no es ni mucho menos poco, unas letanías que valen lo que valen por estar ahí por convicción, no por deber. Está bien regocijarse cuando se tiene el corazón rojo, pero no lo compartirán aquellos que no saben ver cuando está negro. Y no vivo para nada peleado con el mundo, es más, lo veo más bonito que nunca, a pesar de las circunstancias y de mi mismo. Todavía habrá alguno que se quede con la visión que tengo sobre el sexo y no sepa ver la importancia que tiene la soledad por decisión.

¡No me verás en años! No me verán aquellos que no han hecho nada por cambiarlo...

A veces pienso que la vida es un viaje en bus mirando por la ventana con música en los cascos, mientras afuera al atardecer le da paso la noche, y cuyo momento álgido tiene lugar cuando apenas queda luz y yo cruzo la mirada con la chica bonita de enfrente mía que va leyendo algo de Paul Auster. Pero entonces llego a mi destino y entonces si que se hace de noche y me es indiferente si la chica tiene quien la recoja o se vuelve sola a casa.



Y así mi vida cuando todo se junta, mi rima loca educa y no caduca nunca... y está en la ventaja que les llevo, que para ponerme a su altura tendría que empezar de cero.

Supongo que tanto vosotros como yo ya habréis tirado por tierra muchos de esos propósitos que levantamos hace apenas doce días, y con ello hacer como que no ha acabado una etapa por mucho que el calendario haya acabado y que seguimos en una línea continua inalterada, aunque esté bien hacer un alto en el camino para ensalzar proclamas y cánticos. Lo mismo no. No creo que sea tanto cuestión de fuerza de voluntad como de fuerzas de choque. Puede que sea cosa del frío, un frío que sólo se resiste si te flipa el frío... Pero yo suelo hablar en forma figurada y nadie se molesta en preguntarme que tipo de frío es ese, y no es un frío que se cure poniéndote más ropa, ni siquiera acercándote a una fuente de calor, es algo mucho más complejo. Supongo que esta entrada es mucho más todo lo que he borrado que lo que he escrito, y no lo he borrado porque no quiera que lo leáis, si no porque soy yo el que no quiere volver a leerlo. Tranquilidad en las masas, desde que acabé la canción de las tripas no escribo sobre nadie. Supongo que uno puede tanto borrar huellas del pasado (lo cual no quiere decir que no estén ahí) como pintar otras falsas para que no llegue, o llegue el que venga detrás, o delante. Y no son trampas. Menos mal que siempre hay alguien que entiende lo que quiero decir y no lo que digo. Se ven bonitas estas frases con tu voz...


Eastkoast - All or nothing

2 comentarios:

  1. "Sin nadie que arrope mis pies fríos"
    Claro que hay huellas que jamás se podrán borrar. Duren lo que duren, espero que encontremos (al final creo que ambos estamos en una situación parecida) algún punto de inflexión que haga que tengamos un poco menos de frío.

    Un beso.

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    1. Si, quizás por eso nos entendamos tan bien.

      A mi no me cabe la menor duda de que todo se pone en orden sólo, no hice nada en su día para que se desordenase y ser feliz, no tengo pensado pues hacer nada ahora para lo mismo, le dejo estar y le empujo poquito a poco.

      Dame un mundo que yo le pongo los puntos de inflexión y la palanca y los ordeno a mi antojo.

      Otro para usted, merci madamme.

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