16 feb 2015

Capítulo 75: Lo más curioso


Decía Jean Michel Basquiat que no escuchaba lo que decían los críticos porque no necesitaba que nadie le dijese qué es el arte. Algo así como vivir sin la necesidad de los consejos o las acepciones de nadie, depender únicamente de la experiencia empírica de cada uno y de la observación. Llevándolo a lo campechano, lo que viene siendo que te la resbale todo lo más grande. Eso, o más allá de enjuiciar tus automatismos, aceptarlos como dogma por encima del bien, del mal y de la moralidad, y usarlo como las herramientas de las que dispones para poder afrontar cualquier tarea. No seré yo quien diga lo contrario. El problema nace cuando tienes que mezclarte con lo que los demás entienden por arte, felicidad o amor. Venía de vuelta para atrás en el bus enclaustrado en el último asiento del mismo entre dos grupos de chicas y chicos que venían contando sus hazañas carnavalescas y demás quehaceres de su vida cotidiana y el escuchar sus narraciones me dio mucha más pena de lo que me la daba nada hace mucho tiempo, por la forma en la que hablaban de cualquier ámbito de la vida. No se si es por el entorno en el que se han desarrollado, por el tiempo que les ha tocado vivir, o por la mierda que le han metido en la cabeza que he salido del viaje dando gracias de vivir como y lo que he vivido en estos años atrás, con todo lo mal que he hablado tantas veces de ello. El caso es que se les veía felices, desinhibidos y despreocupados, lo que vienen siendo unos cimientos sólidos y fuertes para efectuar el gran cambio que les llegará dentro de unos años cuando empiecen a vivir la vida de manera adulta, ese cambio que nos está rompiendo los dientes de ostia en ostia a los de mi generación. Eso si, en mi caso, cada vez que me salta alguna muela la vida, suelo escupirle la sangre que me brota de la boca y sonreír mientras me la toco para ponérmela bien dura, nada que ver con la pornografía para mujeres de avanzada edad del estreno cinematográfico de esta semana y con el amor del mc donald's del día del cura que casaba a la gente en secreto para huir de la iglesia. Qué paradójico todo. Y es que es salir un poco del radio de acción al que uno está acostumbrado (ya sea entorno o rutina), apoyar un poco los pies en el suelo, y encontrar respuestas a preguntas que más allá de querer uno plantearse o no, están ahí, y cada vez se presentan de manera más retórica, guste más o menos la respuesta, que eso ya es harina de otro costal. Claro, todo cada vez más negro, pero por concepto, no por apreciación. Y cada vez uno se despega de manera inconsciente mucho más de las cosas superfluas, por mucho que incluso en ellas se pueda extraer mucha miel. Si uno mira y no le gusta lo que ve, o se va otro sitio a mirar paisajes nuevos (con la opción de que estos pueden no gustarles tampoco), aprende a mirar de otra forma (con la opción de que esta nueva manera de mirar no satisfaga tampoco) o se resigna. Yo soy más de irme a mi cueva y no mirar, de saberme lejos, de rimar outsider, de no reír las gracias, no dar la mano por compromiso y de no ser un 'bienqueda', aunque a veces me queje de todo lo que ello conlleva.  Pero me quejo porque es lo que tengo que hacer ¿no? Ese continuo inconformismo del ser humano que experimentamos una vez alcanzada una meta, que nos lleva a devaluar tanto la meta como el esfuerzo puesto en ella subordinándola a nuevas metas, esa manera de alejar la meta que te marcas y emplazar la felicidad a un futuro de mayor o menor lejanía, ya sea con la excusa de satisfacer deseos materiales, crecimiento personal ficticio o reconocimiento, que acabará por devorar a una sociedad que supuestamente a cada día que pasa está más evolucionada y que avanza a un ritmo que da un miedo vertiginoso, cada día pasa más factura a todos, y por supuesto a mi el primero. Me se pieza amorfa que no encaja y que intento cuadrar con las demás a base de martillazos, como los fanáticos que se piensan que la religión es un pene con el que pueden hacer lo que quieran, por encima de que está bien tener cada uno el suyo, pero no intentar encajarlo en el culo de los demás a la fuerza. A martillazos hizo Miguel Ángel el mundo, a martillazos decoro mis paredes, a martillazos te llevaré al cielo. Lo peor, y a la vez lo más curioso, es que en este panorama tan desolador del que me hago partícipe enarbolando estandartes de causas perdidas, cada vez me siento mejor. Y se me nota en la cara.

No soy mc', estoy en las nubes de Adelardo Covarsí, vine de allí aquí pa' partir tu paz si...


Virush - No



Yo hago unas cosas mu' raras pero que no os dañarán, quería volverme majara y no me dejan en paz, ahora las voces me agobian me dicen "no te eches novia que es bueno viajar"...


En Mérida no tuve amigas que anidar en mi barriga, que fatiga... Pienso empezar así un tema. Y es que Mérida murió, que no las prácticas. Bueno, morir morir tampoco, porque para morir hay que estar vivo, y eso dista bastante de lo que ha sido Mérida. Y nada tiene que ver con el entorno ni las circunstancias, se que me podría haber enamorado de Mérida como lo hice de Salamanca, quizás esta vez simplemente sólo fui yo, y simplemente en la vida hay pasteles que no son pa' ti, y este no me tocaba. Obviamente es sintomático que a día de hoy no le pongáis cara a mis ya antiguos compañeros de piso, como ni os sepáis el nombre de ninguno casi, ni nada sobre ellos, como yo no me se el nombre de la última chica que entró ni a que se dedica. Pero no me fustigo por ello, porque he aprendido a adaptarme y no hacer un Pearl Harbour de cada sitio en el que no estoy a gusto, o no me desarrollo. Uno acaba, cumple, da la mano, y sonríe. Y no sonríe falsamente, para nada, no es una sonrisa de felicidad, es una sonrisa de protocolo en el que ambos sabemos las implicaciones de la misma, de educación, de madurez, de mano izquierda, perras. Así que cogí mi cafetera, cogí mi mandala, cogí mis libros y me fui a ver mundo. Au revoir, ático de las vistas y del olor a porros. Y ojo, se todo lo que esto implica. Esto implica una cambio de rutina mínimo, unos horarios feroces, una nueva amputación a la libertad y una vuelta a los valores tradicionales, de manera temporal de esas que no sabes cuanto tiempo el tiempo será tiempo. Pero me adaptaré a ello tan bien como supe adaptarme a Mérida, por muy adversas que fueran las condiciones. "¡Oh, adversas!" que dirán algunos. A pastar. Y para combatir este cambio de hueso, lo primero que hice fue calzarme mis botas para la batalla. Pienso seguir así la canción que empecé al principio de este párrafo: mezcladas están las cosas, creciendo rosas, entre las ortigas, bailo pisando charcos y no mancho mis stiga... O algo así. Lo mismo lo que quiero poner es que os piso con mis stiga. Sea como fuere, me até las stiga y me planté en el pabellón en el que tantas horas gasté de pequeño en hacer de la raqueta un florete. Y aprendí mucho en el primero de los entrenamientos a los que no pienso faltar como si fuese una eucaristía. Me volví a sentir muchas cosas que hacía mucho que no me sentía, y volví a llenarme el cuerpo de rozaduras y sangre, agujetas, y a sentirme palista, entre iguales. Que poquito necesito a veces para ser feliz. Que poquito me abastecen y lo mucho que lo rentabilizo. Para rematar un precioso día, salí a tomar unas fantas por Villafranca, y poder reírme un rato con Pepe y ver lo guapa que sigue y seguirá siempre MJ será siempre suficiente para irme a la cama feliz. Vca ciudad de leones. Y el sábado fue sol de sábado casi que todo el día. Mantuve una ardua batalla conmigo mismo para dirimir si acudir a Badajoz y su carnaval era la mejor de las opciones (y prolongar la racha que tenía años atrás en carnavales y a la cual dejé de apostar el tiempo que estuve en Salamanca), y aunque estar con Jesús y su esposa es siempre bueno, (como decía Alex, camino de la cama es buen camino) por extraño que pareciese, quedarse en la verbena local resultaba una opción tan tentadora como factible. El hecho que decantó la balanza hacia la primera opción no fue la alta probabilidad de engañar a alguna chavalita pacense usando mis trucos carnavaleros (que no estaba yo muy perrunillero tampoco, todo hay que decirlo), si no el hecho excepcional y extraordinario, de que Pablo, nuestro Pablo, había invitado a una chica (por dotarla de algún sustantivo lejos de parentescos que pudiesen unirles) a gozar de nuestra tierra en buena compañía. Y si, no es que a priori y con perspectiva parezca un plan de la ostia eso de irte de juerga con un par de parejas (o eso parecía desde fuera), pero tenía tela de ganas de hacer el payaso con estos dos compadres y al final me autoengañé. Sea como fuere, la noche discurrió como todos sabíamos que iba a desarrollarse, o al menos yo, que me las veo venir de lejos. Cuco de mi que no ingiero alcohol, cuando vi a mi querido compadre de parranda algo afectado por el líquido (osease, en su salsa) y un tanto flamenco (por muy de payaso que fuese) sólo tuve que tocarle un poco las palmas en detrimento del tercero, pero siempre con buena intención y con ganas de animar la fiesta y sumar. Se ve que yo que nunca he sido muy de matemáticas, confundí signos, y con eso de querer que la chavalita (que se llamaba como Mangy pero Marian) se sintiese lo más cómoda posible y aprovechando que por una vez Pablo tenía algo que contar, empezamos a pinchar y a guasear sobre su estado sentimental y conseguimos el efecto contrario, restar. Se ve que a la gente a la que no le han dado el pecho de chico esto de las bromas y el colegueo no le va (como no le va madurar, ser buen amigo, ser coherente, serio y dejarse de gilipolleces) y saltan más que el aceite, cogiéndose susodicho un rebote que ni en la buena época de Shaquille en los lakers y abandonándonos a los otros tres a nuestra suerte. Pobre chavalita, se ve que eso de oposiciones para jueza muy bien, pero de justicia y autoestima muy poquito. A mi la verdad es que sólo me molestó un poco porque en esas circunstancias quizás en el pueblo las risas hubiesen sido también la polla y no hubiese decantado mi elección hacia tierras lusitanas, pero, yendo uno ataviado con una indumentaria retro casi casual pero cool, haciendo las veces de un personaje tan magnánimo para la cultura pero más aún para la nuestra, y con un grado de putoamismo infinito (aunque sólo yo me entendiese y valorase) pues como que me dio un poco igual que a mi colega de pequeño no le dejarán jugar en el parque al balón. Y claro, con un payaso disfrazado de payaso, Badajoz hasta las trancas de gente con una inventiva de la ostia para hacer disfraces (ya podrían usarla para otras cosas) y algunas copas de más, pues, aunque no fuese una noche cargada de anécdotas, fue una noche de muchas risas y de bailoteos varios, fue la noche del suuuuuuuuuu. Decir también que me siento tela de orgulloso de mi mismo por un par de gestos que tuve que se que a la inversa no habrían sido para nada igual. Y decir que me flipó ver al Chino, pero sobre todo que me contase de Marco, que por lo visto le va feliz por el sur, como yo sabía que tenía que ser para encontrarse. Ojala encontrarle pronto. Ojala. Como más ilusión me hizo, por supuesto, ver al toronovio, y poder darle un abrazo. Volver a cruzarme y echar unas risas con alguien que ha sido importante, independientemente del tipo de relación que haya ahora, es un regalo que no iba a dejar pasar. Quiero mucho a Carlos a pesar de la vida y nunca se me caerán los anillos por decirlo. Para el año que viene más y mejor, pero sin datos que aportar a la estadística que tiene más de azar que de progresión. Eso si, no acabó ahí el fin de semana, ya que el domingo pudimos saborear una rica comida familiar y visionar el desfile de comparsas. He de decir que pese a no ser yo muy de estas muestras de júbilo sociales, me gustó mucho el desfile, y se que el motivo principal, sin contar eso de ver a mucha mujer bonita sonriendo con disfraces preciosos, fue la música y el ritmo de las comparsas, que yo me imaginaba que era mi pecho en distintas situaciones (cuando salgo a correr, cuando estoy tumbado en el sofá, cuando estoy escribiendo, cuando estoy haciendo el amor, cuando me llevo un susto, cuando abres un mensaje de alguien que esperas que te escriba o cuando en vez de hacer el amor pues te da por follar muy duro y estás casi que te corres). Y me daba hasta por bailar, fite si estaba contento y tenía rojo el corazón. Para acabar de rematar fuimos a saludar a María Bogeat y sus cervezas, así como a sus amigos. Uno de ellos me dijo que me recordaba, pero que me recordaba más rapero, que él había tenido su etapa de rapero de estar enfadado con el mundo y de estar siempre con cara de malo, como diciéndome que ya se me pasaría. Eso me la puso durísima. Él está un poco más bizco y sus colegas eran unos snobs. Pero me alegró mucho ver a María, y es que fue un finde de mucho recordar, por pulsión o por inercia, vaya. Y con un café, unos besos, abrazos y una canción de Pablo Alborán finiquité la historia de Don Carnal este año, con muchos propósitos para el del año que viene, y con ganas de montar una comparsa con el zurdo. Tengo un Samo en el bolsillo, zorras.






La última vez que pisé uno de mis hogares el animal que por allí merodeaba y se pasaba la vida tirado en el sofá intentando no asfixiarse mientras maullaba (esta intro la hago para que no os penséis que ese animal es mi colega) pesaba cinco kilos menos (como poco), el jefe de la casa tenía algunas canas de menos en el pelo, la jefa usaba otro tinte, y yo hasta me tomaba algunas copas de vez en cuando. Ya ha llovido desde entonces. Y cualquier cosa que se diga para justificar tanto tiempo sin pisar un lugar en el que convive gente que amo tanto sonará, y por ende, será, una excusa barata para un delito que merece casi pena capital, como es dejar que pase tanto tiempo en la vida sin darle un abrazo a una familia que siempre te ha querido como a uno más y así te lo han hecho notar. Pero como a veces la vida se pone puta aunque yo pueda colaborar a ello involuntariamente, pues decidí limitarme al hecho de poder volver a disfrutar de una comida con ellos, en la que te recuerdan lo especialito que has sido desde siempre y eso quiere decir que te conocen desde hace mucho. Amo ese sitio en que primero te pintan la cara porque pones muchas pegas por la comida pero al final te acaban haciendo algo distinto al resto para que te sientas agusto (aunque esta vez no hizo falta), amo esas voces que hacía mucho que no oía en directo, y que nada más oír por el telefonillo le hacían sentir a uno como que volvía un poco a casa, amo ese poster de Vito Corleone casi tanto como el antiguo en el que salían Seedorf y Secretario, cuando mi compadre me grababa cd's con canciones descargadas del kazaa en las que lo mismo te veías a los Chemical mezclados con Natalie Imbruglia, y lo amo tanto como amaba las partidas al pes3 con Koller y Amoroso, o en su defecto Bruno Cheyrou, como amo las zapatillas eckô o el piso microclima de Montijo o como amo todas esas páginas de este blog que podría llenar y llenar de historias de antes de que este sitio existiese. No fueron los mejores carnavales de la historia, pero fueron un par de días en los que uno vuelve a entrar un poco en contacto con sus raíces y que merece mucho la pena, porque uno sabe donde va y a lo que va, y con el tiempo empiezas a valorar ciertas pequeñas cosas como realmente siempre merecieron. Tengo solamente un par de hermanos de distinta madre, que me han visto en lo más bajo, que me han visto llorar mucho, y que han visto mis miserias, pero que siguen aquí para compartirlas conmigo y hacerlas no ya más llevaderas, si no hasta algo de lo que sentirse orgulloso, y este por supuesto es uno de ellos, por lo que no pueden si no ser páginas preciosas si este personaje aparece por aquí, pero, si además aparecen los suyos, digan ustedes que estamos de auténtica fiesta. Echaba de menos a Toni, a Jesús y a Fran, tanto como les quiero, de corazón. Prometo volver pronto. 


Erik Urano y Zar1 - Capricornio 1 (bonus track)


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