28 oct 2013

Capítulo 7: Te debo una canción

Esta nueva semana que nos atañe comenzó más atípicamente que nunca, y es que, a estas alturas de partido (está pa' Guti) y con el estado en el que se encuentra el terreno de juego, nadie hubiese apostado un penique a... tachán tachán... ¡que yo me hubiese apuntado al gimnasio, y si! Buah, antes que nada, y creo que es el único motivo por el que lo he hecho, citar al grande de José Saramago:

Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he oído a nadie decirle a un deportista: tienes que leer.


Debo decir que el transcurrir de la semana ha sido, contra todo pronóstico, satisfactorio, aunque bastante duro, para que engañarnos. Me duelen partes del cuerpo que ni sabía que existían, debajo de los músculos. Se sufre bastante, por muy buenas vistas de las que goce uno, pero sarna con gusto no pica, también se siente uno mejor, para que engañarnos. Por otra parte el gimnasio es un hábitat por descubrir, hay una fauna que sólo es comparable a la que te encuentras en la discotecas de fiesta. No es por hacer crítica porque sin tratar con nadie uno no puede hacer conjeturas, pero me aventuraría a decir que no podría hablar más de cinco minutos con ninguno de los que allí andan, exceptuando a un chaval muy majo que me echó una mano en los primeros días. Supongo que es la excepción que hace la regla.


La semana se ha pasado vueling, todo culpa de la huelga de estudiantes esta que ninguno sabemos de que va y que todos hemos secundado como buenos ciudadanos españoles vagos que somos, claro está. Ni miércoles ni jueves pisamos el Fabrés. Nos pasará factura claro está, pero de momento somos felices, con poco, pero felices. El jueves, estuvimos como siempre en el salón de chillin' con temazos de la vieja escuela, y luego salimos a pasear la face por tugurios diversos. La noche se aguó una mijina cuando un secreta entalló a Carlitos en toa' su cara. A mi también me cachearon, pero bueno ya sabéis que yo con las drogas y el alcohol ya no me caso. El caso es que este se ralló y piró al keo, normal por otra parte, asique nos quedamos Paquito King y Casado, con un servidor, dando tumbos ente el puerto de Chus y nuestro querido Pippers, pero la verdad es que estaba vendido el pescado, la pescadilla y todo.

Un viernes de clase suavecito y una ojeada a Muerte entre las flores, de Joel Coen. Gran película y no ya sólo porque a mi cualquiera que abarque la temática gangster me flipa, si no por lo bien narrada que está la trama, como va conduciendo sin dejar cabos sueltos y el desenlace final de la misma. Es una delicia, a la par de estar grabada de la ostia.

El sábado hice un poco de antisistema y sudé de ver 'el clásico', que ya ves tú que tendrá de clásico el partido de fútbol con menos emoción de la historia, en el que un grupo de jugadores mal comprados a base de talonario deja en evidencia lo mal repartido que está el sistema y lo injusto de esta liga. El caso es que no entraba en mis planes echarle un ojo, pero igualmente tenía un motivo de peso para no verlo. Laurita me ofreció quedar para echar un café, y amigos, eso no ocurre todos los días. Ni todos ni casi ninguno, vaya, por lo tanto era una oportunidad que no podía dejar escapar. Ojo, no para nada, si no para disfrutar de ella sin pretensiones, ya que es una auténtica gozada tenerla delante. Estuvimos en el piso y me contó que tal su verano por tierras europeas, discutimos sobre espiritualidad y le enseñé en un showcase privado alguno de los temas de Galaxies, y fue guapo, se le veía que le moló y eso llega dentro carajo. Luego dimos un paseo hasta Anaya y paramos un rato, fue una gran tarde.






Tras un pecho de latón engaño a sabios con preguntas de los Monty Phyton, voy a tu prisión, no está tan mal como la pintas, cuando todas me dicen 'te quiero' yo mido la intensidad con la que gritan

Como no podía ser de otra forma, la noche continuo pletórica, quemando un lotazo en el piso (yo esta vez ni bebí nada) y con la compañía de Huido, Cristian, Jessica y Lucía. Hicimos el cafre un rato para variar y tras un free de despedida, de calentura, rutinario y de cortesía, pusimos pies en polvorosa directos al Irish donde gozamos, gratuitamente, de un show en directo de Dj Uve y el gran Antonio Sabandija. Casado y yo inventamos el baile Roy Keane, y tras dislocarnos varias partes del cuerpo y darlo todo en la pista de baile deambulamos por diversos antros salmantinos y acabé temprano en casa ya que olfatée y olía a todo menos al amor de mi vida, y poca cosa más había que buscar en bares de tan poco caché a esas horas. Destacar que Carlitos le dijo a Patata de meter algunos scratches en Galaxies, y que Tobar lo mismo se marca un dibujo curioso para Automne, por lo que muy contento vaya.

El domingo fue domingo desde el domingo pasado, casi. Con eso del cambio horario he tenido la quijotera muy jodida, y la garganta y mocos no colaboran, por lo que los chutes de amoxicilina han sido claves en mi supervivencia. Arreglamos el New puti, como es tradición, y recibimos la visita de MariTere, que nos acompañó en el transcurso de la tarde. Destacar que mi putoequipo ganó de una jodida vez, con el rubio en plan estrella de las grandes. 

Me dio tiempo a ver dos grandes films más, Rounders El marido de la peluquera. Con Dammon y Norton en la primera era imposible que no fuese buena película, de la que recordaba extractos, y más con el póker como trasfondo. La segunda he de reconocer que la vi tan sólo por la canción de Pedro Guerra, y que delicia joder... Quiero una Matilde en mi vida, que me deje besar sus pechos como si no hubiese mañana, que me abrazase así de fuerte, que me volviese a dejar sólo...


Ceerre - A capella

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